La actividad petrolera en Nariño se convirtió en el centro de atención tras el reciente anuncio de Cenit, filial del Grupo Ecopetrol, sobre la continuidad en la preservación del Oleoducto Trasandino (OTA), a pesar de que sus operaciones permanecen suspendidas desde noviembre de 2023. La decisión fue comunicada luego de una reunión clave con el gobernador de Nariño, Luis Alfonso Escobar, en la que se desmintió cualquier intención de desmantelar la infraestructura.
El OTA, con una extensión de 307 kilómetros, ha enfrentado desafíos significativos, destacándose las 1.570 perforaciones y válvulas ilícitas detectadas entre 2022 y 2024. Estos actos han generado pérdidas equivalentes al 15% del crudo transportado anualmente, exacerbando los riesgos operativos y ambientales.
Cenit enfatizó su compromiso con la región, reiterando que la preservación de la infraestructura busca garantizar la operabilidad futura. Este esfuerzo se enmarca en el Plan Nariño, una ambiciosa iniciativa socioambiental con proyectos que se extenderán hasta 2029, destinados a fortalecer el desarrollo territorial.
“Queremos enviar un mensaje de confianza a los nariñenses. Seguiremos presentes en el territorio, trabajando junto con las autoridades para generar valor y bienestar”, afirmó Camilo Castro, Gerente de Entorno de Cenit.
Análisis de la decisión:
Pros:
- Compromiso regional: La permanencia de Cenit en Nariño refuerza la relación con las comunidades, mostrando interés por el desarrollo territorial.
- Preservación de infraestructura: Evitar el desmantelamiento del OTA permite mantener la posibilidad de reactivar operaciones cuando las condiciones sean seguras.
- Proyectos socioambientales: El Plan Nariño fortalece la inversión social, beneficiando a las comunidades a largo plazo.
- Acción coordinada: La suscripción de un memorando con la Gobernación de Nariño fomenta la cooperación institucional.
Contras:
- Suspensión prolongada: La falta de operaciones limita la capacidad de generar ingresos inmediatos para la región y la empresa.
- Riesgos de seguridad: La infraestructura sigue siendo vulnerable a actos ilícitos, lo que podría incrementar los costos de mantenimiento.
- Impacto ambiental: Las perforaciones ilícitas generan riesgos ambientales significativos en zonas sensibles.
- Incertidumbre operativa: Sin un plan claro de reactivación, las comunidades podrían perder confianza en la continuidad del proyecto.
La decisión de operar exclusivamente desde el Putumayo subraya la complejidad de la situación en Nariño, donde la violencia y las actividades ilícitas siguen siendo desafíos significativos para la industria petrolera y las comunidades.
La postura de Cenit frente al Oleoducto Trasandino refleja un delicado equilibrio entre mantener inversiones estratégicas y responder a los retos de seguridad en Nariño. Aunque el bombeo en el departamento parece improbable a corto plazo, la preservación de la infraestructura y las acciones de responsabilidad social pueden sentar las bases para un eventual retorno operativo cuando las condiciones lo permitan.