sábado, abril 19, 2025
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“Fraude grotesco”: la denuncia que en Ecuador deja al voto bajo sospecha

Entre cadenas oficiales, despliegue militar y una lluvia de denuncias por irregularidades, Ecuador celebró unas elecciones tan inciertas como su futuro. La candidata opositora, Luisa González, habla de fraude y llama a las calles. Daniel Noboa, con la bandera de vencedor, esquiva acusaciones mientras el país tiembla bajo la sombra de la desconfianza.

¿Democracia o coreografía electoral?

La escena no podía ser más ecuatoriana ni más latinoamericana: banderas, gritos, un escenario improvisado y una mujer decidida a no callarse. Luisa González, envalentonada por el clamor de sus seguidores, levanta el dedo y lanza un grito de guerra cívica: “Fraude grotesco”. Lo dice sin temblar, sabiendo que la palabra resonará como una piedra lanzada al techo de vidrio de la democracia de su país. Y es que no está sola. Rafael Correa, desde su púlpito digital, le da la bendición: “Estadísticamente es imposible el resultado”. Todo está dicho.

Ecuador celebró una segunda vuelta presidencial que, más que una elección, pareció una representación —una tragicomedia electoral marcada por irregularidades, cadenas oficiales violando el silencio electoral, militares cercando edificios del poder electoral y un clima de tensión digna de cualquier thriller político. El país votó bajo Estado de Excepción, con las fronteras cerradas y la amenaza de violencia como telón de fondo. Si esto es democracia, lo es con muletas.

Desde las primeras horas del domingo 13 de abril, la jornada estuvo custodiada por más de 100 mil elementos de seguridad. Un despliegue que parecía más una escenografía de orden que una garantía de transparencia. La presidenta del CNE, Diana Atamaint, sonreía frente a las cámaras, mientras, en paralelo, corrían las denuncias de recintos cambiados, celulares prohibidos, votos de ecuatorianos en Venezuela obstaculizados, y la exclusión de observadores internacionales.

Luisa González, candidata de la Revolución Ciudadana, quedó apenas unos pasos detrás de Daniel Noboa en la primera vuelta: 43,8% contra 44,3%. Un empate técnico que abría la puerta a una remontada lógica. Y no era solo cuestión de porcentajes. Durante las semanas posteriores, González fortaleció su candidatura desde dos frentes: en el plano internacional, consolidó relaciones con líderes regionales, reactivó la narrativa de soberanía latinoamericana y propuso un giro de política exterior hacia la integración; y en el ámbito interno, logró sumar respaldos clave —alcaldes, líderes sociales, indígenas, movimientos campesinos y figuras independientes— que, sobre el papel, debían garantizarle un caudal adicional de votos.

Pero algo no cuadra. Lo que en cualquier democracia saludable habría sumado, en esta elección restó. O desapareció. O fue invisibilizado. Porque, a juzgar por los resultados, todos esos apoyos no se reflejaron en lo más mínimo. González sacó prácticamente el mismo porcentaje que en la primera vuelta. Y mientras tanto, Noboa —sin alianzas visibles, con un Estado desgastado, y en medio de una crisis institucional— apareció mágicamente fortalecido, con un resultado que desborda las encuestas y la lógica. ¿Milagro o trampa?

Las encuestas, que hasta el sábado hablaban de un empate técnico o una ligera ventaja para González, se equivocaron de forma escandalosa. Pero más que error, lo que se percibe es una estrategia. El margen de victoria de Noboa fue tan amplio que no dejó espacio a la duda razonable: solo al escepticismo sistemático. La sospecha no es irracional, es una respuesta proporcional al contexto: un país con instituciones debilitadas, un Consejo Nacional Electoral parcializado, y un gobierno que declaró Estado de Excepción justo antes de la elección.

Porque sí: Ecuador votó bajo un régimen de excepción. Las fronteras cerradas. Las reuniones públicas prohibidas. El control militar en las calles. Incluso el edificio del CNE fue cercado por tropas, generando imágenes dignas de una intervención forzada. Y si todo esto no bastaba, las denuncias comenzaron a llover desde la madrugada misma del domingo.

Luisa González reportó cambios arbitrarios de recintos de votación, trabas para los votantes en el exterior, la transmisión de cadenas oficiales en plena veda, exclusión de observadores internacionales, uso indebido de recursos públicos, y hasta la validación de actas sin firma por parte del CNE. Las irregularidades no eran aisladas, sino sistémicas.

Y en las redes sociales, el terreno digital también fue minado. Perfiles falsos, usurpación de identidades, imágenes de menores, hasta personas fallecidas siendo usadas para atacar a González. El experto en comunicación digital Julián Macías expuso la maquinaria de desinformación articulada desde el entorno de Noboa, que parecía no solo buscar votos, sino fabricar verdades paralelas.

Rafael Correa, con su habitual contundencia, lo resumió así en su cuenta de X: “Hicieron un megafraude, pero se les pasó la mano”. Y aunque muchos se apuran en desacreditarlo por su pasado, lo cierto es que los datos le dan munición. Porque si Luisa González no sumó ni un punto con toda la estructura nacional e internacional que construyó en campaña, ¿no es acaso más probable que se lo hayan restado?

Daniel Noboa se proclama ganador, habla de una Constituyente, y los grandes medios lo validan sin rubor. Pero en las calles, en las organizaciones sociales, en las universidades y en los barrios, la gente se pregunta si realmente votó lo que aparece en en los resultados conocidos. La democracia, esa palabra que tanto se invoca en discursos y tan poco se protege en la práctica, queda herida.

Lo que debía ser una segunda vuelta electoral terminó pareciendo una operación quirúrgica para instalar a un presidente bajo la apariencia de legalidad. Ecuador, una vez más, ha votado. Pero no está claro si su voto cuenta. Y si no cuenta, no es extraño que la gente quiera salir a la calle a defenderlo. Porque en este país —como en toda América Latina— cuando las urnas callan, la calle grita.


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Felipe Andrés Criollo
Felipe Andrés Criollohttps://www.elradardelsol.com
Comunicador Social - Periodista, Especialista en Pedagogía de la Virtualidad, Maestrante en Pedagogía Social. Docente universitario. Correo: crifean@gmail.com
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