La hinchada de Deportivo Pasto ya no espera milagros: exige respuestas. El equipo acumula cinco jornadas sin ganar, pierde terreno en la tabla y, peor aún, pierde el control de los partidos. Ni la intensidad de los primeros minutos ni el empuje del estadio Libertad alcanzan para sostener un proyecto que hace agua desde la dirección técnica.
La derrota 1-0 ante Alianza FC en Valledupar —con un gol de Mayer Gil en el tiempo de adición del primer tiempo— sintetiza el drama del Pasto: un equipo que entra bien, pero se diluye con el paso de los minutos, sin reacción desde el banco ni jerarquía en la cancha. El problema no es solo futbolístico; es estructural.
Antes de eso, el empate 3-3 frente a Junior exhibió aún más grietas. Pasto cerró el primer tiempo ganando 3 a 1 tras un arranque eléctrico, pero se desmoronó en la segunda parte. Junior, sin apretar demasiado, aprovechó los espacios y empató. ¿La razón? Un equipo volcánico, sí, pero incapaz de gestionar una ventaja clara. Ni el cuerpo técnico ni los jugadores supieron cerrar el partido. Fue una derrota disfrazada.
Pero el dato que más indignó a la afición fue la ausencia total de Facundo Boné. El uruguayo ni siquiera apareció en el banco. Nadie explicó por qué. Boné venía siendo uno de los pocos con desequilibrio y pausa en el último tercio del campo. Su exclusión ante Junior apagó al equipo ofensivamente.
Mientras tanto, en el banquillo, Camilo Ayala no encuentra las respuestas. Aunque ya no juega, su cabeza sigue procesando el fútbol como si aún estuviera en la cancha. Dirige con la pasión de un capitán, pero le falta la frialdad del estratega, esa mirada analítica capaz de leer el partido y ajustar en el momento justo. En lugar de planificar desde la distancia, reacciona como si aún disputara cada balón dividido, y ese enfoque lo condiciona. Su falta de experiencia se evidencia en cada decisión que no toma o toma tarde. Y el equipo lo resiente.
Actualmente, Pasto ocupa la novena posición con 20 puntos en 14 fechas. Apenas un punto lo separa del octavo lugar, pero el margen de error se redujo al mínimo. Deportivo Cali, su rival directo, empuja con solidez y ya alcanzó los 21 puntos. Si Pasto no gana pronto, el tren de la clasificación lo dejará atrás.
Y ese momento llegó. El lunes 21 de abril a las 8:00 p.m., el equipo recibirá a Águilas Doradas en el Estadio Libertad. Es el típico partido que marca una temporada: si gana, se mete de nuevo en la pelea; si pierde, podría despedirse del campeonato. La hinchada llenará las tribunas, pero ya no canta con euforia: ahora vigila con escepticismo.
En el fútbol, no basta con competir; hay que reaccionar, corregir y asumir errores. El Deportivo Pasto aún respira en la tabla, pero agoniza en el juego. Si Ayala no empieza a pensar como técnico en lugar de jugador, si no aprende a leer el partido con cabeza fría, su proyecto está condenado. El lunes no se juega solo un partido. Se juega el futuro inmediato del Pasto… y la credibilidad de su liderazgo. El lunes se jugará más que tres puntos: se jugará el alma del equipo.
