sábado, abril 19, 2025
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Jesús Nazareno en El Tambo: la imagen que convoca el corazón de los peregrinos en Nariño

Cada Semana Santa, los caminos del sur de Colombia se visten de silencio, incienso y pasos firmes. Son los peregrinos que, entre plegarias, canciones y cansancio, se dirigen al municipio de El Tambo, en Nariño, para encontrarse con la imagen de Jesús Nazareno. No se trata solo de caminar. Es un acto de fe, de purificación interior y de renovación espiritual. En este rincón andino, el Templo de Jesús Nazareno se ha convertido en el corazón palpitante de una tradición que crece y se fortalece año tras año.

Templo en El Tambo, Nariño, donde se encuentra la milagrosa imagen de Jesús Nazareno.

Para los católicos, la peregrinación es una forma de expresar la fe con el cuerpo, no solo con palabras. Caminar hacia un destino sagrado —como lo es el templo en El Tambo— es asumir una forma de penitencia y, al mismo tiempo, de gratitud. “Es llevar en cada paso una oración, una promesa, una carga que se quiere dejar a los pies de Dios”, dice Luz Marina, una mujer que camina desde Pasto cada año con su familia desde hace varios años.

El Templo de Jesús Nazareno no solo destaca por su arquitectura de tres naves y su imponente acceso de escaleras; lo hace, sobre todo, por la imagen que guarda: una representación milagrosa del Nazareno, que rememora con intensidad la pasión de Cristo. Frente a esta imagen, los fieles se postran, lloran, agradecen, suplican. Es el corazón espiritual del pueblo y la razón que impulsa a cientos de personas a emprender la romería desde diferentes puntos del departamento e incluso del país.

Una verdadera peregrinación no es un paseo. Implica introspección, respeto por el silencio y atención a lo que se lleva en el corazón. Los peregrinos suelen caminar en grupo, compartir el pan, rezar el rosario y celebrar la eucaristía al llegar. La tradición sugiere mantener una actitud de recogimiento, ofrecer el sacrificio del camino por alguna intención y procurar no convertir el recorrido en una simple actividad turística.

Sin embargo, El Tambo ofrece mucho más que un destino religioso. Su nombre mismo, proveniente del quechua tampu, nos remite a la idea de un lugar de paso, de descanso y hospitalidad. Y eso es exactamente lo que se encuentra allí: un pueblo dispuesto a recibir con los brazos abiertos, a dar posada al cuerpo y alimento al alma.

A 37 kilómetros de San Juan de Pasto, con una temperatura promedio de 18°C y enclavado a 2.240 metros sobre el nivel del mar, El Tambo es un paraíso entre montañas. Su paisaje rural es ideal para caminar, contemplar y dejarse envolver por la naturaleza. Además del templo, el municipio cuenta con escenarios deportivos, estaderos y espacios de descanso que permiten a los visitantes complementar su experiencia espiritual con una conexión profunda con la tierra.

La gastronomía local también es un atractivo singular. Platos como el cuy asado, el sancocho, la trucha y las preparaciones caseras tienen un lugar especial en la mesa, siendo el Asadero y Restaurante Donde Lucho uno de los preferidos por quienes visitan la zona. Comer en El Tambo es también una forma de agradecer, de compartir en comunidad, de celebrar la vida.

Hoy, el municipio cuenta con servicios de hospedaje renovados, entre ellos domos ecológicos y hoteles que han ampliado su oferta ante la creciente llegada de peregrinos. Esto ha dinamizado la economía local, que tradicionalmente se sostiene de la agricultura y la ganadería. Fríjol, maíz, café y cebolla son parte esencial de los campos que rodean el municipio, cultivados por hombres y mujeres que mantienen vivo el espíritu de la región.

La peregrinación hacia El Tambo no es un simple viaje. Es una experiencia de transformación. En tiempos donde lo urgente a menudo supera lo importante, caminar hacia Jesús Nazareno es una manera de volver a lo esencial: la fe, la comunidad, el silencio y la esperanza. El Tambo ofrece el espacio físico y espiritual para ese reencuentro.

Esta Semana Santa, entre el murmullo de los pasos, el aroma del incienso y la calidez de un pueblo creyente, la invitación está abierta: deja que tus pies hablen lo que tu corazón calla. Camina hacia El Tambo. Porque en cada paso hacia Jesús Nazareno, se camina también hacia uno mismo.


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Felipe Andrés Criollo
Felipe Andrés Criollohttps://www.elradardelsol.com
Comunicador Social - Periodista, Especialista en Pedagogía de la Virtualidad, Maestrante en Pedagogía Social. Docente universitario. Correo: crifean@gmail.com
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